A lo largo de nuestra vida nos encontramos con situaciones
muy dispares entre sí, a las que nos vemos obligados a enfrentarnos de
distintas maneras, que nos afectan en grados diferentes y que nos guían por
caminos variados.
Pero hoy sólo me centraré en un tipo de situación. Aquella
que te produce esa sensación de desasosiego, de desesperanza y de melancolía.
Que te arranca la felicidad y las ganas de sonreír. Que provoca mil y un
pensamientos, todos semejantes, todos contrapuestos. Que te aleja del mundo,
aunque formes parte de él. Que alimenta la oscuridad y no te permite ver la
luz. Que nubla el cielo de gris y tiñe tu corazón de negro…
Espero que llegado a este punto, todos o la mayoría,
sepáis a qué tipo de situación me estoy refiriendo. Lo he estado pensando, y
aunque todo el mundo la hayamos sentido en más de una ocasión, no tiene nombre
fijo. Hay muchos sustantivos para mencionarla: tristeza, melancolía, apatía,
decadencia, morriña, dolor, infelicidad… Pero ninguno de ellos exacto, pues
todas estas palabras describen la situación.
Una vez que hemos sentido estas sensaciones; que ha llegado
el momento de vivir una situación así, es cuando somos conscientes del valor
que posee la parte contraria. Cuando vemos la importancia de sentirnos bien, de
sonreír sin explicación, de llorar de emoción y alegría.
Pero, no nos quedemos sólo en eso. Vayamos más allá.
Cuando sentimos la tristeza observamos el precio tan alto
que tienen las pequeñas cosas. Un precio altísimo pero que el mundo nos ofrece
gratis. Pequeños actos, respuestas o gestos. Actuaciones sencillas,
improvisadas y desinteresadas. Esos momentos que llenan nuestro corazón, que
nos hacen disfrutar sin que nos demos cuenta, que nos hacen sentir libres del
mundo, que provocan sonrisas inmensas. Es tan fácil como ver las estrellas
desde la azotea de tu casa, pasear por el parque y escuchar el piar de los
pájaros, o reflexionar sobre aquello que te rodea y aquello que te rodeó.
Es cierto que en una situación como la que estamos
analizando es difícil prestar atención a los pequeños detalles, a la belleza
del mundo, porque tu mente sólo puede enfocar la tristeza que ha formado un
túnel negro en tu corazón y sólo observas las cosas que te hacían feliz para
darte cuenta de que ya no provocan en ti el mismo sentimiento que antes
lograban.
Y es así, cuando formulas la gran sentencia. Esa que aumenta
y alarga la situación de pena que estás viviendo. Ese juicio que una vez
dictado ya no permite vuelta atrás, o al menos, eso creemos: el cambio.
No, no me malinterpretéis. El cambio no es malo, pero tendemos
a pensar que sí. En este mundo, lleno de evolución, de velocidad y de
actuaciones y decisiones continuas, el cambio es inevitable. Y ya no sólo en el
mundo, también en la vida, en el espacio, en el universo. Todo está en
constante proceso de cambio.
¿Deberíamos sentir tristeza por sentirnos diferentes?
Sin duda, cada situación a la que nos enfrentamos provoca un
cambio en nosotros. A veces, progresivo; otras, repentino. Estos cambios sólo
nos ayudan a evolucionar. A aprender. A mejorar. A facilitar nuestra vida a
través de nuevos conocimientos. A colmar de experiencias cada día vivido. A
recordar el pasado, vivir el presente y ansiar el futuro.
Entonces, ¿el cambio es tan malo como aparenta?
Debemos recordar que el cambio y la muerte son lo único
inevitable en el mundo, y la muerte es otro proceso de cambio. Por tanto,
debemos aprender a convivir con él. Saber que cada día somos distintos, es más,
cada minuto o segundo sucede algo que produce un cambio en nuestro
comportamiento o nuestro modo de pensar.
Vivimos porque cambiamos. Cambiamos para seguir viviendo.
Sólo hay una cosa que jamás debemos permitir y es que el
cambio nos haga olvidar cómo hemos sido y cómo somos ahora, porque en este
proceso, lo qué fuimos es tan importante como lo que seremos, y reconocer
nuestro cambio es tan necesario como ser conscientes del de el mundo.
Por ello, una situación así se produce por los sentimientos
que nos afectan. La diferencia que sentimos está en las cosas que hemos
aprendido y que han producido que estemos en esta situación. Y esta diferencia
sólo es un nuevo cambio.
Así pues, no os sintáis tristes por sentiros diferentes. No
creáis que el cambio os producirá dolor. No olvidéis los pequeños detalles que
antes os importaban y que han cambiado con vosotros. Porque…
El cambio es el motor del mundo. La diferencia, un pedal que
da fuerza al cambio. Y la belleza del mundo se debe a que los pequeños detalles
marcan la diferencia.
Ya lo dijo A. Schopenhauer: "El cambio es una cosa
inmutable".
Ya que... por más que no queramos, el cambio se
producirá.
Y, más tarde, Emily Dickinson: "¿Cambiar? Cuando lo
hagan las colinas".
Es decir... Cambiamos con el paso del tiempo y somos
conscientes de ello, pues conforme las colinas cambian, nosotros también lo
hacemos.
Quiero dedicar este texto a una personita que me ha echado
de menos durante bastante tiempo y que por lo que sé, se ha encontrado en esta
situación.
Sólo puedo decirte que...: Gracias por tu comentario pues me hizo reflexionar. No temas al cambio y observa el cambio del mundo en los pequeños detalles. Y recuerda que aunque no mires las estrellas tanto como antes, no pasees por el parque las mismas veces, no prestes atención al canto del los pájaros... todos ellos cambian contigo y te estarán esperando por si algún día decides regresar a recordar el pasado. Un beso.
Sólo puedo decirte que...: Gracias por tu comentario pues me hizo reflexionar. No temas al cambio y observa el cambio del mundo en los pequeños detalles. Y recuerda que aunque no mires las estrellas tanto como antes, no pasees por el parque las mismas veces, no prestes atención al canto del los pájaros... todos ellos cambian contigo y te estarán esperando por si algún día decides regresar a recordar el pasado. Un beso.
Dios... me has dejado sin palabras y los ojos se me han rallado... Sin duda te aseguro que tus palabras me han hecho sentir mejor. Me han hecho darme cuenta de cosas que antes no comprendía y me ha animado el hecho de que lo que fui, soy, y seré, siempre me acompañará y no tiene por qué perderse. Temo, eso no lo niego, pero sé que no es algo malo, incluso puede aprovecharse para convertirme en alguien mejor.
ResponderEliminarDe verdad, miles de gracias enserio, y claro que echaba de menos comentarios de los tuyos, que eran tan objetivos y me ayudaban a aprender.
Ni temo a que los demás lean esto, pues experiencias personales pueden hacer que los demás dejes de sentir oscuridad en su alma al encontrarse en una situación parecida. Miles de besos y miles de gracias!! :D
PD: espero que la historia te gustara ^^ Lee esto y puede que te hagas una idea mejor, un besote!!
ResponderEliminarhttp://nati-unmundodeverdad.blogspot.com/2011/11/prologo.html
Realmente precioso! ¿Qué voy a decir?
ResponderEliminarEs que tienes un don con las palabras, las balanceas como si fueras un titiritero con sus marionetas.
Increíble!
Sigue así! :)
Un besito amor!
jajajajaja
ResponderEliminarLa semana pasada queríais que fuera cocinera, esta titiritera.. qué vida más intensa que llevo!! xD (Preciosa comparación filóloga! Halagada a más no poder ^^)
MUCHAS GRACIAS SOLETE!!
Sabes que tu opinión es muy importante para mí y me alegra que te haya gustado!!
Besos!