viernes, 7 de octubre de 2011

Encontrando la Belleza...

Hoy me ha pasado algo muy curioso, algo que me ha hecho pararme a pensar por un momento.

Cuando el sol estaba en lo más alto del cielo, una bandada de pájaros ha salido volando de un pequeño árbol y, sin más, todos ellos se han puesto a revolotear dando vueltas cerca de los árboles, del suelo y de las cabezas de la gente.

La verdad es que ante esta imagen mi cuerpo se ha permitido el detenerse, mis sentidos el observar y mi corazón el disfrutar, olvidando por un momento las prisas que me guiaban, el cansancio que sentía o las preocupaciones que pudieran acosar mis pensamientos.

Pero al mismo tiempo que esto sucedía mi mirada se ha deslizado hacia la gente que me rodeaba, la gente que se encontraba bajo esos pequeños pájaros juguetones y me he dado cuenta de que yo era la única persona que había observado la escena, que había decidido pararse y mirar embelesada el cielo; ya que el resto estaba demasiado ocupado tumbado en el césped, riendo con sus amigos, discutiendo por el teléfono móvil, quejándose por tal examen o tal trabajo, o simplemente, viendo pasar el tiempo con los ojos cerrados.

Ha sido en ese preciso instante cuando un pensamiento, sólo uno, fugaz como el rayo, ha atravesado mi mente.   

No nos damos cuenta de la belleza que nos rodea, del don que poseemos y que no comprendemos, de lo hermosa que es la vida...  y esto es porque estamos demasiado centrados en quejarnos de la mala suerte que tenemos, de la incertidumbre del no saber o del saber demasiado, de las críticas que nos hacen y de las que hacemos... Olvidándonos de que en el mundo no sólo existimos nosotros, sino que hay algo más, muchísimo más; y ya no sólo hablo de más personas, hablo de más seres, más circunstancias, más situaciones y más vidas; porque, ¿quién sabe qué celebraban esos pájaros?, ¿quién puede decir por qué hoy y no ayer?, ¿quién puede descifrar lo que nos decían con su piar?

Nadie.

Pero podemos soñar con que... nos animaban con sus dulces cantos a bailar con ellos, lo han hecho hoy porque han decidido no pensar en el mañana y tal vez, sólo tal vez, lo que estaban celebrando era la vida.

Por eso, deberíamos escuchar más, sentir más y observar más, ya que no sabemos cuántas cosas nos perdemos si no prestamos atención, no sabemos qué nos perderemos hoy y no podremos disfrutar mañana, no sabemos, en fin... ¡Hay tantas cosas que no sabemos...! 

Simplemente, deberíamos dejar de pensar en nosotros mismos y valorar lo que tenemos, porque lo más preciado es nuestra vida y, gracias a ella, podemos disfrutar de cada imagen, escena o situación que la naturaleza, los animales o el mundo nos ofrece. Porque hoy es lo que importa. Porque realmente sólo se vive el hoy. Y, porque únicamente seremos felices si logramos sentir la felicidad del mundo.

Así que os propongo un juego... La próxima vez que vayáis centrados en vosotros, vuestras preocupaciones, vuestras prisas, vuestros temores, vuestras meteduras de pata... ¡Deteneos! ¡Sí, sí! Deteneos por un instante. Observad el cielo y disfrutad con los pájaros del hermoso día que se nos ha presentado, de los rayos de sol y de la melodía de la naturaleza. Mirad al suelo y divertíos con las pequeñas hormigas que raudas salen o regresan al hormiguero en busca de comida. Reíd con los saltos de alegría de aquel pequeño cachorro. Y si no hay sol... Sentid la lluvia golpear contra vuestro paraguas, disfrutad con la felicidad de los niños que saltan en los charcos, deleitaos con la hermosura de un pájaro cubriendo de la lluvia a sus polluelos... 

En definitiva, encontrad la belleza y una vez que no podáis dejar de sonreír... Proseguid con vuestro camino. Porque aunque no os lo parezca, algo, por muy pequeño que sea, habrá cambiado. Porque ahora esa belleza de la que habéis disfrutado también residirá en vosotros ya sea a través del brillo de vuestros ojos, de la paz que os invade o de la sonrisa que no se esfuma.