jueves, 13 de enero de 2011

Siente la Felicidad

Hay gestos, expresiones, actitudes, señas, ademanes... todos ellos, con un profundo significado, la mayoría de las veces, simbólico.

Es cierto que no nos damos cuenta de lo que puede llegar a significar una simple mueca de amabilidad para el corazón del que la recibe, el ser humano es así... pero lo más sorprendente es cómo le afecta a uno mismo esa mueca proveniente de otra persona.

Sin duda, somos difíciles de comprender, capaces de sentir la felicidad con el más leve gesto, pero ciegos ante el sentimiento de calma y amor que pueden causar nuestros actos para otras personas.

¿Qué por qué sucede esto? Tal vez porque no somos capaces de pensar que lo que nosotros sentimos, el resto de personas, el mundo entero, también es capaz de percibirlo.

En ocasiones somos simples navegantes en un mar colmado de tempestades y es la luz del día quien logra calentar nuestros fríos huesos... pero no nos detenemos a quitarnos esa venda, observar, escuchar y encender un fuego para calentar así a nuestro compañero de viaje. Tan sencillo como eso, o puede que no...

La ceguera es un rasgo que el ser humano sufre persistentemente, y lo más curioso es que la cura la posee el mismo que la padece... Inexistente y desconocida, pero siempre presente y alcanzable....

Una sonrisa, una lágrima, un gesto, un guiño, una caricia, un roce, una palabra...

Después sólo podemos sentir. Todo y nada. Unicamente siente: la felicidad contagiosa de esa sonrisa, la emoción de la conmovedora lágrima, el aprecio de ese gesto, la complicidad del guiño, el palpitar de la caricia, los latidos por aquel roce, el sonrojo por aquella palabra...

Todo ello puede producirte la felicidad que siempre has buscado, aunque para otro no signifique nada.

Todo ello puede hacerte sentir todas esas emociones que te hagan conseguir la paz, aunque para otro solo sean gestos de cariño.

Todo ello en realidad, da igual para quien, es una muestra de amor, de afecto, de aprecio, y eso le produce siempre a alguna persona más felicidad de la que podrá llegar a alcanzar jamás.

Tal vez esta sea la cura para la ceguera del ser humano... Dar y recibir únicamente simples sonrisas, lágrimas, gestos, guiños, caricias, roces, palabras...

¿De verdad se puede hacer feliz a alguien con tan poco?

Sí. Se puede.

Porque lo que para uno es un pequeño arroyo, para otro es un océano, y comprender el significado de esta afirmación puede lograr que el viento guíe tu barco hacía el mar en calma que tu corazón siempre ha buscado, pues... dar es recibir, y el recibir se produce una vez que has dado... si te ofrecen un océano por el que navegar es porque tu diste anteriormente un mar libre de tormentas en el que es imposible naufragar.

Este es, sin duda alguna, un bien fácil de alcanzar, pero de alguna manera increíblemente inalcanzable, pero aun así hay una cualidad que hace al ser humano verdaderamente capaz de lograr ser feliz...

SENTIR. Debes seguir sintiendo, pues es esta la mejor manera de lograr alcanzar la felicidad


sábado, 8 de enero de 2011

El Beso


(Un parque. Un chico. Una chica. Él enamorado de ella, pensando la poca distancia física entre ellos, pero los kilómetros que habitan entre sus corazones. Ella, pensativa, enfrascada en las páginas de un libro, intentando no prestarle atención, ¿haciéndose la dura tal vez?)
Él: ¿Puedo hacerte una pregunta?
Ella: Dime
Él: ¿Puedo besarte?
Ella: Si quieres hacerlo, hazlo.
Él: Pero no sé como reaccionarás.
Ella: Bueno, hay varias posibilidades. Puede que te odie por ello, puede que me sienta insultada, puede que te haga daño, puede que...
Él: ¿Sí?
Ella: Que te devuelva el beso.
Él: ¿Y si no pasa lo que yo quiero?
Ella: Puedes intentarlo o echarte para atrás. Puedes demostrar tu verdadero amor o rendirte y hacerme creer que en realidad es mentira.
Él: Pero no quiero que ninguno de los dos sufra.
Ella: Hagas lo que hagas, sufriremos. Tal vez tú, tal vez yo. O puede que ambos.
Él: Eso lo pone peor.
Ella: ¿Por qué?
Él: No quiero que tú sufras.
Ella: Y quién dice que no sufrirás tú.
Él: Yo ya estoy sufriendo, y lo que venga no puede ser peor que esto.
Ella: Entonces, ¿qué pierdes?
Él: Tal vez te pierda a ti.
Ella: ¿Cómo estás tan seguro de que eso será así?
Él: No lo estoy, por eso lo temo más.
Ella: Y qué es el verdadero amor sino el miedo de perder a quien amas.
Él: ¿Entonces crees en lo que siento?
Ella: Sólo tú puedes creer en lo que siente tu corazón.
Él: Y entonces ¿qué has querido decir?
Ella: Cuando dejas que el temor a perder lo que amas te persiga solo consigues perderlo de verdad. Por eso no temas lo que perderás y agradece lo que posiblemente tendrás. Lo consigas o no, algo, de una manera u otra, lograrás. Valor, felicidad, amistad. Pero solo si lo intentas y eso depende de lo que tú mismo decidas.
Él: ¿Entonces si acepto el hecho de que por besarte puedo perderte ganaré de un modo u otro?
Ella: No lo sé.
Él: Pero tú has dicho...
Ella: No importa lo que yo diga, solo haz lo que quieras, lo que sientas que debes hacer.
(Silencio. Suspiros. Silencio. Unas manos apretadas. Una mirada perdida en las páginas de un libro. Unos ojos cerrados intentando decidir. Las manos se relajan. Los ojos se abren. Las manos cogen el libro que ella sostiene. Lo cierra. Le coge dulcemente la cara. Sus labios se acercan cada vez más. Finalmente... *** Se separan unos milímetros. Una sonrisa, la de ella. Su sonrisa)
Ella: Creí que nunca lo harías.
(Él vuelve a acercarse. Después otro beso más. Y otro, y otro, y...)

lunes, 3 de enero de 2011

Tristeza... Felicidad

Estás ahí, sola, en esa sala oscura, sin ventanas, sin luz, sentada en el mismo centro, sintiendo un gran peso en tu corazón, un persistente vacío en tu cabeza aun a pesar de todos los pensamientos que por ella pululan.

Lo único que alcanzas a sentir es el palpitar de tu corazón que retumba en tus oídos y te muestra que sigues viva.

Esperas que algo suceda. Intentas ver más allá de la espesa negrura que se cierne a tu alrededor.

Coges aire, respiras profundamente, pero ese nudo, la angustia, la tristeza… continua ahí, en tu pecho, en tu alma.

Ya llevas demasiado en ese triste lugar, apartado del mundo, y a pesar de la sonrisa que dibujas en tu cara, es eso… un mero dibujo… La ansiedad comienza a hacer mella, no quieres seguir así, no puedes…

Te detienes: tú, tus pensamientos, el tiempo, todo…

Vuelves atrás un instante, aunque duela recordar, al fin y al cabo, sabes perfectamente que la tristeza ya existe y no puede ir a más… simplemente reside en ti y con eso basta para lograr que tu corazón se haga pedazos.

En esos momentos haces memoria… Recuerdos felices: sonrisas, abrazos, alegría, amistad, amor… pero siempre venían seguidos de segundos tristes: discusiones, equivocaciones, palabras hirientes, lágrimas…

Cierto. La felicidad y la tristeza. Hermanas. Hijas de la misma madre. Unidas por el vínculo más fuerte que pueda llegar a existir. Siempre luchando. Siempre enfrentadas. Pero siempre juntas.

Es entonces cuanto te observas a ti misma. Tú, que te has encerrado en aquel oscuro lugar. Tú, que has cerrado los ojos para no sentir dolor. Tú, que has intentado no sentir amor para no sufrir. Tú, que has sentido en tu carne el sufrimiento del odio ajeno. Tú, que has querido estar sola. Tú, hiciste a tu corazón prisionero. Tú, esclavo de tus pensamientos en una horrible celda. Tú, que le prohíbes llorar a pesar de lo mucho que necesita derramar esas lágrimas. Tú…

Sólo tú tienes la culpa de sentirte como te sientes… Pero sólo tú tienes la llave, la llave que te liberará de tus pesares, de tu tristeza, de la oscuridad.

Recuerdas tantos buenos momentos, tantas risas. Todas las manos amigas que te han ayudado, y que se siguen ofreciendo para levantarte. Oyes esas voces fuera de tu prisión. Te llaman. Gritan tu nombre. Las temes. Piensas en su enfado. Seguro que se cabrearán contigo, por tu estupidez, por tu simpleza… Agachas la cabeza derrotada… Pero… ¿qué puede ser peor que lo que sientes en este instante?

Siguen llamándote, y parece que se rinden, algunas se escuchan más débilmente, pero otras vuelven, insistentes…, gritan más que antes, continúan esforzándose…

Vuelves a recordar… Tantos momentos vividos, tantos sueños compartidos, ilusiones, momentos, deseos, anhelos… risas, abrazos, compañía…

¡Un golpe! Sí, no te has vuelto loca, ese ruido… están llamando a una puerta… pero en tú celda no hay ninguna entrada o salida, si la hubiera, la verías… ¡Otro! Más fuerte que el anterior, un gran estruendo que hace palpitar tu pecho y del mismo susto ¡pum! Abres los ojos.

Estás sorprendida, aturdida. Es extraño, pero esperas unos segundos. Es cierto, tenías los ojos cerrados, y tal vez sigas prisionera en esa habitación pero ahora ves algo más… Frente a ti, a poco más de un metro de distancia un rendija de luz, del exterior, alrededor de una puerta… Miras a izquierda y derecha… más rayos de luz… ¡ventanas!

Comienzas a reír tú sola, no puedes contenerte, de tu garganta surge una risa amarga, rota… Te calmas, respiras y las lágrimas brotan… pequeños ríos que van a parar a ninguna parte…

Ahora, al otro lado de la puerta se oyen menos voces, sí, pero fuertes y potentes como desde el primer momento. Te acercas a esa salida, pones las manos en ella mientras tu llanto no cesa. Es un material desconocido, tal vez no esté ahí, tal vez sea inexistente…

Y entonces, recuerdas: Tú lo has creado, sólo tú conoces la manera de destruirlo.

Sientes miedo… pero qué es el miedo… es el primo de las dos hermanas. Un puente entre ellas. Enfrentarte a él y superarlo, o temerle y odiarlo, es la diferencia que logrará que la felicidad te acompañe gran parte del camino o, que por el contrario, sea la tristeza, quien tenga ese honor.

Respiras. Piensas. Miras a tu alrededor. Nada. Recapacitas.

Estás sola en ese lugar. Triste. Deprimida. Las lágrimas no cesan. Y la sonrisa no se muestra como te gustaría.

Recuerdas cuando no estabas en ese lugar, y el nudo de angustia se afloja, el corazón se emociona y las lágrimas aumentan, no por tristeza, sino por añoranza.

Miras esa puerta. Escuchas las voces. Respiras. Has tomado una decisión. Cierras los ojos respiras y empujas con todas tus fuerzas. Los abres. Una luz, cegadora, se muestra ante ti, te cubre, te rodea, te acoge… Las voces, ahora cercanas, te abrazan y, tus lágrimas, aun presentes, van evaporándose.

Ahora la sonrisa comienza a asomar… vergonzosa, tímida… pero real…

Tú creaste esa celda, por miedo a la tristeza.

Tú tenías la llave para abrir la prisión, recordar que quien te quiere está a tu lado a pesar de la oscuridad.

Abriste la puerta cuando afrontaste el temor a la tristeza, cruzaste el puente a pesar de ignorar hacia donde te conduciría, y… A tu alrededor se materializó la felicidad.

Es cierto que la felicidad, viene y va, que en ocasiones está más presente que en otras y que muchas veces somos los responsables de no sentirla, debido al miedo. Por ello, debemos ser valientes, llorar cuando lo necesitemos aunque sea duro, aceptar el hombro que se nos ofrece para hacerlo aunque nos cueste y abrir los ojos ante la verdadera felicidad.

Inténtalo, Esfuérzate, Lucha...

Si uno sabe lo que quiere, tiene que luchar por ello.

No digas que no puedes, si ni siquiera lo has intentado.

Por eso intenta luchar por lo que deseas, por lo que ansias, por lo que quieres.

Por ti.


Tal vez, aunque te sorprendas, tras intentarlo llegues a conseguirlo. No importa en qué consiste lo que buscas, la cuestión es buscar; porque quien busca encuentra y todo esfuerzo tiene un resultado, a veces no lo percibimos pero eso no quiere decir que no exista; pues en muchas ocasiones el resultado no es algo tangible o que podemos ver, es algo que va más allá, que reside en nosotros, que nos hace cambiar, evolucionar; que solo ven los demás, los que nos quieren; y que nos hace seguir intentándolo, porque sabemos que el esfuerzo de continuar, de no rendirse, solo tiene un beneficiario: nosotros; y es una forma increíble de pelear por lo que uno quiere sin ser egoísta y no pensar en los demás, porque tu esfuerzo y el hecho de finalmente conseguir lo que deseas logra dar valor a las personas de tu alrededor para esforzarse también por sus sueños.

Esfuérzate. Lucha. No te rindas. Por ti. Por tus sueños. Por otros sueños. Por todos.

Yo tengo muchos sueños, demasiados deseos, tantos anhelos...

Pero ¿sabes qué? Voy a esforzarme por conseguirlos y si no lo logro nadie podrá decir que no lo intenté.

Felicitaros el Año Nuevo...

Hoy, a 3 de enero del nuevo año... sé que tal vez llegué un poco tarde, pero aun estoy disfrutando de este nuevo comienzo y celebrándolo lo mejor que puedo... es por eso que aunque se pase un poco de fecha, quería felicitar a aquellos que me leen, me conozcan o no, a los amigos y a los desconocidos, a los que admiran lo que escribo y a los que les desagrada, en definitiva: ¡A TODOS!

Por eso, solamente decir:
  1. OS DESEO LO MEJOR PARA EL NUEVO AÑO
  2. QUE LO MEJOR DEL 2010 SEA LO PEOR DEL 2011
  3. QUE LOGRÉIS ALCANZAR VUESTRAS METAS
  4. QUE VUESTROS PROPÓSITOS DE NUEVO AÑO LLEGUEN A BUEN PUERTO
  5. QUE TODOS VUESTROS SUEÑOS SE HAGAN REALIDAD

¡¡FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS!!