martes, 29 de noviembre de 2011

Saboreando la vida...

Todo lo que hemos vivido es recordado de diferentes maneras...

Cada situación.

Cada instante.

Cada momento es diferente.

Y, en qué se diferencian, os preguntaréis.

Sencillo:

"En el sabor y en el olor".

Sí, podéis reír si gustáis; pero también podéis quedaros conmigo a saborear cada instante y oler cada momento.

Cuando vivimos una situación no somos conscientes de esto, pero con el paso del tiempo, si nos paramos a pensar... cada instante tiene su propio olor, y su propio sabor.

Cuando nos enfadamos... un regusto amargo se posa en nuestra lengua.

Cuando nos hieren... un sabor agrio nos hace escupir dolor.

Cuando nos equivocamos... un gusto ácido nos produce ardor de estómago.

Y en todas estás situaciones el vacío se posa en nuestra barriga y el olor a la pérdida, a la soledad, al abandono... en nuestra nariz.

Cuando nos divertimos... un regusto picante nos inunda de alegría.

Cuando sonreímos... una sensación salada nos infunde felicidad.

Cuando amamos... un sabor dulce nos colma de bienestar.

Y en todas estas ocasiones la satisfacción alimenta nuestra barriga, nuestro cuerpo, nuestra alma y los olores a vida, a amistad, a compañía, a amor, a felicidad... alimentan nuestro espíritu.

Cierto es que hay momentos que no huelen, pero sí pueden ser paladeados; y en otros, sucede a la inversa.

Y también es verdad que cada uno de nosotros huele y saborea las situaciones de diferentes maneras.

Así, en mi caso...

Cuando me enfado, lloro, me equivoco, me siento culpable... mi boca sabe a angustia, tristeza, lágrimas,  decepción... Un sabor desagradable, agrio, que me cierra la garganta y me impide tragar. Un olor nauseabundo y detestable que dificulta mi respiración. En ocasiones, es más doloroso el sabor y el olor, que la propia situación...



Cuando es al contrario, la cosa cambia.

Si me divierto... un sabor picante y, al mismo tiempo, almibarado, se cuela en mi paladar y el olor a la compañía que más aprecio me hace sonreír.

Si sonrío de felicidad... la sal de la vida me hace la boca agua y los olores de la naturaleza se cuelan en mi nariz... Margaritas ¡mis favoritas!

Si amo... un sabor dulce, picante, salado; dulce, picante, salado... alimenta mi hambre y un único perfume, el de Él hace que inspire profundamente para sentirlo más cerca.



Es curioso como podemos llegar a relacionar diferentes situaciones con olores y sabores parecidos. Tal vez, por eso, al ser humano le cueste olvidar...

El hambre de vivir, el gusto por saborear cada momento y el olor de la belleza son demasiado poderosos como para ignorarlos.

Me gustan los juegos... Y habitúo a proponeros alguno, así que... ¿qué os parece este?

La próxima vez que os sintáis felices, pensad en el sabor o el olor de la situación y después, intentad recordar otras situaciones con esas mismas sensaciones... ¡No podréis dejar de sonreír en todo el día!

¡Saboread y Oled! ^^

miércoles, 16 de noviembre de 2011

El cambio mueve el mundo y marca la diferencia


A lo largo de nuestra vida nos encontramos con situaciones muy dispares entre sí, a las que nos vemos obligados a enfrentarnos de distintas maneras, que nos afectan en grados diferentes y que nos guían por caminos variados.

Pero hoy sólo me centraré en un tipo de situación. Aquella que te produce esa sensación de desasosiego, de desesperanza y de melancolía. Que te arranca la felicidad y las ganas de sonreír. Que provoca mil y un pensamientos, todos semejantes, todos contrapuestos. Que te aleja del mundo, aunque formes parte de él. Que alimenta la oscuridad y no te permite ver la luz. Que nubla el cielo de gris y tiñe tu corazón de negro…

 Espero que llegado a este punto, todos o la mayoría, sepáis a qué tipo de situación me estoy refiriendo. Lo he estado pensando, y aunque todo el mundo la hayamos sentido en más de una ocasión, no tiene nombre fijo. Hay muchos sustantivos para mencionarla: tristeza, melancolía, apatía, decadencia, morriña, dolor, infelicidad… Pero ninguno de ellos exacto, pues todas estas palabras describen la situación.

Una vez que hemos sentido estas sensaciones; que ha llegado el momento de vivir una situación así, es cuando somos conscientes del valor que posee la parte contraria. Cuando vemos la importancia de sentirnos bien, de sonreír sin explicación, de llorar de emoción y alegría.

Pero, no nos quedemos sólo en eso. Vayamos más allá.

Cuando sentimos la tristeza observamos el precio tan alto que tienen las pequeñas cosas. Un precio altísimo pero que el mundo nos ofrece gratis. Pequeños actos, respuestas o gestos. Actuaciones sencillas, improvisadas y desinteresadas. Esos momentos que llenan nuestro corazón, que nos hacen disfrutar sin que nos demos cuenta, que nos hacen sentir libres del mundo, que provocan sonrisas inmensas. Es tan fácil como ver las estrellas desde la azotea de tu casa, pasear por el parque y escuchar el piar de los pájaros, o reflexionar sobre aquello que te rodea y aquello que te rodeó.

Es cierto que en una situación como la que estamos analizando es difícil prestar atención a los pequeños detalles, a la belleza del mundo, porque tu mente sólo puede enfocar la tristeza que ha formado un túnel negro en tu corazón y sólo observas las cosas que te hacían feliz para darte cuenta de que ya no provocan en ti el mismo sentimiento que antes lograban.

Y es así, cuando formulas la gran sentencia. Esa que aumenta y alarga la situación de pena que estás viviendo. Ese juicio que una vez dictado ya no permite vuelta atrás, o al menos, eso creemos: el cambio.

No, no me malinterpretéis. El cambio no es malo, pero tendemos a pensar que sí. En este mundo, lleno de evolución, de velocidad y de actuaciones y decisiones continuas, el cambio es inevitable. Y ya no sólo en el mundo, también en la vida, en el espacio, en el universo. Todo está en constante proceso de cambio.

¿Deberíamos sentir tristeza por sentirnos diferentes?

Sin duda, cada situación a la que nos enfrentamos provoca un cambio en nosotros. A veces, progresivo; otras, repentino. Estos cambios sólo nos ayudan a evolucionar. A aprender. A mejorar. A facilitar nuestra vida a través de nuevos conocimientos. A colmar de experiencias cada día vivido. A recordar el pasado, vivir el presente y ansiar el futuro.

Entonces, ¿el cambio es tan malo como aparenta?

Debemos recordar que el cambio y la muerte son lo único inevitable en el mundo, y la muerte es otro proceso de cambio. Por tanto, debemos aprender a convivir con él. Saber que cada día somos distintos, es más, cada minuto o segundo sucede algo que produce un cambio en nuestro comportamiento o nuestro modo de pensar.

Vivimos porque cambiamos. Cambiamos para seguir viviendo.

Sólo hay una cosa que jamás debemos permitir y es que el cambio nos haga olvidar cómo hemos sido y cómo somos ahora, porque en este proceso, lo qué fuimos es tan importante como lo que seremos, y  reconocer nuestro cambio es tan necesario como ser conscientes del de el mundo.

Por ello, una situación así se produce por los sentimientos que nos afectan. La diferencia que sentimos está en las cosas que hemos aprendido y que han producido que estemos en esta situación. Y esta diferencia sólo es un nuevo cambio.

Así pues, no os sintáis tristes por sentiros diferentes. No creáis que el cambio os producirá dolor. No olvidéis los pequeños detalles que antes os importaban y que han cambiado con vosotros. Porque…

El cambio es el motor del mundo. La diferencia, un pedal que da fuerza al cambio. Y la belleza del mundo se debe a que los pequeños detalles marcan la diferencia.

Ya lo dijo A. Schopenhauer: "El cambio es una cosa inmutable".

Ya que... por más que no queramos, el cambio se producirá.

Y, más tarde, Emily Dickinson: "¿Cambiar? Cuando lo hagan las colinas".

Es decir... Cambiamos con el paso del tiempo y somos conscientes de ello, pues conforme las colinas cambian, nosotros también lo hacemos.


Quiero dedicar este texto a una personita que me ha echado de menos durante bastante tiempo y que por lo que sé, se ha encontrado en esta situación.
Sólo puedo decirte que...: Gracias por tu comentario pues me hizo reflexionar. No temas al cambio y observa el cambio del mundo en los pequeños detalles. Y recuerda que aunque no mires las estrellas tanto como antes, no pasees por el parque las mismas veces, no prestes atención al canto del los pájaros... todos ellos cambian contigo y te estarán esperando por si algún día decides regresar a recordar el pasado. Un beso. 

domingo, 6 de noviembre de 2011

Feliz Día, SOL!

Hoy, 7 de noviembre...

Hoy, día de  celebración...

Hoy, día de sonrisas...

Hoy, día de felicidad...

Porque hoy es el cumpleaños de esa personita que ha iluminado mis días.

Una dulce flor, que nació hace 19 años, iluminando la vida de muchas personas.



Un ave que surca el cielo en busca de sus sueños.



Un pez que nada a contracorriente defendiendo sus ideales.


Un pequeño ángel guardián que está atento a todo lo que ocurre para acudir al rescate.



Una amiga que me ofrece su mano, su hombro y su sonrisa, siempre que lo pido y también cuando no lo hago.


En definitiva...

Mi gemela.

Mi media locura.

Mi compañera de aventuras y desventuras.

Mi confidente.

Mi consejera.

¡MI SOL!



¡TÚ! ¡Mi mejor amiga!

Porque sabes que eres parte de mí, de mi vida y de mi historia.
Porque brindo por ti cada día, al igual que te deseo lo mejor.
Porque sonrío cuando sonríes y ansío tu felicidad.
Porque... ¡te mereces lo mejor!
Y todo es por ser como eres. 
Por ser, TÚ.

Y en este día, sólo puedo decir... ¡FELIZ 19º CUMPLEAÑOS!


Deseo que en este día sonrías como nunca, rías sin motivo, estés junto a quienes tú quieras, hagas la loca como sólo tú sabes y... seas TÚ MISMA. Porque sólo hay una cosa que te deseo más que la felicidad y es que no cambies nunca, porque siendo como eres has conseguido hacer feliz y ser feliz, y estoy segura de que de este modo lograrás todo lo que te propongas. 

¡Te Quiero Muchísimo, Mi Anichu! ¡Mi Solete!

Sabes que aunque nuestras vidas puedan cambiar, aunque nos veamos menos, aunque no podamos estar siempre juntas como antes..., siempre vamos a estar la una para la otra; al fin y al cabo, esa es la verdadera amistad: un amigo esta siempre aunque uno no lo vea, porque sino aparece quiere decir que no "lo necesitas", pero ten por seguro que aparecerá únicamente con que tu sonrisa decaiga.

JUNTAS... SIEMPRE
PASE EL TIEMPO QUE PASE...
CUMPLAMOS LOS AÑOS QUE CUMPLAMOS...
HAYA DISTANCIA O NO...
SIEMPRE... JUNTAS