jueves, 25 de agosto de 2011

Principios amargos, Finales felices

Conforme va pasando el tiempo y vamos creciendo, madurando, recapacitando, aprendiendo… Llegamos a darnos cuenta que todo en la vida se inicia en el dolor.

Y es cierto… pensadlo por un momento…

La propia existencia, el hecho de nacer se produce con sufrimiento; pues aunque la vida sea un don muy preciado cuando un bebé sale del vientre de su madre tiene que enfrentarse a esa luz cegadora que molesta a sus sensibles ojos, a ese aire frío que le hincha los pulmones, esa sequedad en el ambiente que enfría la humedad de su cuerpo, esas caricias que al principio le dan miedo al no comprenderlas… No es hasta más tarde cuando el pequeño se adapta, aprende a ver, a respirar, a sentir…  y se da cuenta de que es amado y es feliz.

Y así, vamos creciendo y curiosamente observamos que… Cuando nos equivocamos, sufrimos; pero si hacemos caso y obedecemos cumpliendo el castigo que se nos impone, si no volvemos a repetir el error, nuestros padres nos recompensarán y nosotros seremos felices.

Y conforme maduramos nos damos cuenta que… comenzamos nuestra historia de amor a través del dolor, porque si no hubieras roto con tu anterior novio no habrías conocido al amor de tu vida; si no te hubieras lamentado y entristecido por no tener a esa persona soñada a tu lado, más tarde no la habrías encontrado…

Y entonces recapacitamos… La vida, el amor; todo comienza con dolor, tristeza… Incluso la muerte, ya que en el momento que alguien fallece nos apenamos, nos maldecimos y lloramos, pero esa muerte ha dado pie a que otra vida nazca en el mundo, que es sin duda un motivo de felicidad para muchos.

Y es entonces cuando aprendemos.

Vida, amor, muerte.

Cada vida, cada amor, cada muerte.

Cada cuento, cada leyenda, cada historia.

Cada una empieza con inmenso sufrimiento, con increíble dolor, con amarga tristeza, con inexplicables llantos, con estúpidas discusiones, con fuertes enfrentamientos, con inevitables rupturas, con lastimosos lamentos, con imparables sollozos, con duras despedidas… pero curiosamente todas estas situaciones suelen llevar a un final muy diferente…  Tarde o temprano… Mejor o peor… De una manera u otra… Pero siempre nos llevará a un ansiado “final feliz”.

Hace tiempo una amiga me planteó una cuestión importante. Un detalle que hizo que escribiera estas reflexiones. Su pregunta fue la siguiente:

“Pero, como tú has dicho, sin ese dolor la historia tendría un final temprano, porque la felicidad se palpa en el final, el típico “final feliz”, por cierto, ¿por qué nunca se dice “principio feliz”?” (Ana)

Me he dado cuenta de algo muy importante… Aunque hablemos de “Finales felices”, jamás hay un final.

Es más, podríamos hablar de principios felices y finales amargos, pero como seres humanos, siempre buscaremos la felicidad pues es el sentimiento que siempre consigue que mantengamos viva la esperanza, un tesoro que debemos conservar pues nos da fuerzas para enfrentarnos a la vida.

Pero podemos afirmar que cuando una vida empieza con dolor, al tiempo descubrirá el amor, y será feliz. Pero tal vez ese amor, le cause dolor y sintiendo este sufrimiento alcanzará la felicidad. Si una vez que envejecemos, llega nuestra hora, miraremos atrás y observaremos todos los comienzos dolorosos de la vida y la gran felicidad que cada uno de ellos nos trajo, pero contemplaremos como esa felicidad no era un final en sí mismo, tan sólo un camino que nos conducirá al dolor para poder volver a ser felices.

Por eso, será cuando envejezcamos. Cuando nos llegue la hora. Cuando comprendido esto descubramos que aunque nos duela marchar y perdernos miles de cosas, sentiremos la felicidad de no haber dejado nada por hacer de haber sentido tanto dolor como felicidad y de haber disfrutado de ellos tanto como de la vida, comprendiendo así que el único final es la muerte y que en ella reside el Final. Amargo. Triste. Doloroso. Duro. Pero es el verdadero final de la vida y por tanto, el verdadero Final Feliz.



Para todos aquellos que adoran los finales felices. Para todos aquellos que no comprenden el sentido del sufrimiento. Para todos aquellos que no soportan la muerte. Para todos aquellos que preferirían finales tristes. Para todos aquellos que creen que la felicidad dura demasiado poco.

En definitiva, para todos y en especial para mi amiga Ana, gracias a cuya pregunta me planteé dichas cuestiones y sin la cual no habría podido escribir esta entrada.

Para todos vosotros.

Os lo dedico.

2 comentarios:

  1. Vaya...no sé qué puedo decir. Esta entrada es sin duda una de las que más me han llegado, y no porque sin quererlo te aportara la inspiración, ni mucho menos, pero creo que has plasmado a la perfección multitud de sentimientos que el ser humano tenemos en nuestra vida diaria, nuestros miedos, nuestras preocupaciones, el dolor, la soledad y la alegría de abandonar esa soledad.
    La entrada me ha encantado, en serio! Cada vez te superas más pequeña gran escritora! Sigue así que vales mucho!!
    Un besito enorme...y GRACIAS :)

    ResponderEliminar
  2. T_T SOL! Muchísimas gracias! No sabes cómo me alegra saber que piensas eso, lo cierto es que me ha encantado escribir algo así, y más cuando respondo a preguntas que cualquiera pueda hacerse, la prueba está en que la entrada la inspiró una pregunta que tú formulaste ^^
    La verdad es que me siento muy feliz de que pienses eso! :)
    MUCHAS GRACIAS DE CORAZÓN! Te quiero muchísimo, MI SOL!
    Besazos!!
    Y... gracias a ti una vez más (y las que hagan falta!!)

    ResponderEliminar